Es natural de Cuevas del Campo, casada con Néstor Arredondo (Centurión romano) y con dos hijos: Carolina y Néstor; los cuatro miembros de la familia están implicados plenamente en la Semana Santa Viviente, tanto, que ella y su marido forman parte del equipo de organización desde su origen. Son panaderos.
LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
TODOS LOS SENTIMIENTOS, PENA...
DOLOR...
SERENIDAD
En este instante ella no existe, puesto que lleva y alza a su personaje hasta la cima del éxtasis de esta autopía hecha realidad. Un auténtico y maravilloso lujo para los sentidos y para el alma.
Cantidad de periódico, radios y televisiones regionales y nacionales lo confirman asombrados:
“Otra de las estampas más emotivas de la Semana Santa Viviente de Cuevas del Campo es la Segunda Caída, cuando La Verónica logra eludir a los soldados romanos que la sujetan fuertemente y se acerca al Nazareno para secarle el sudor y la sangre”ABC.
“Esta impresionante escena, realzada con el Ave Verum Corpus de Mozart, provoca las lágrimas de miles de personas que la contemplan: de católicos y ateos, visitantes y turistas y hasta de los propios figurantes que recrean al pueblo judío” (Magdalena Trillo. PARA VIVIR ANDALUCÍA. Sevilla).
“La Segunda Caída es una de las estampas más emotivas de la Semana Santa Viviente de Cuevas del Campo. Esta impresionante escena -como pueden ver en las fotografías- provocan las lágrimas de miles de personas que contemplan la escena: de católicos y ateos, visitantes y turistas” (Canal Sur).
EL PERSONAJE HISTÓRICO:
La tradición nos habla de La Verónica. Quizá ella completa la historia del Cirineo, porque lo cierto es que -aunque, como mujer, no carga físicamente la cruz y no se la obliga a ello- llevó sin duda está cruz con Jesús: la llevó como podía, como en aquel momento era posible hacerlo y como le dictaba su corazón: limpiándole el rostro.
Este detalle, referido por la tradición, parece fácil de explicar: en el lienzo con el que secó su rostro han quedado impresos los rasgos de Cristo. Puesto que estaba cubierto todo de sudor y sangre, muy bien podía dejar señales y perfiles.
Pero el sentido de este hecho puede ser interpretado también de otro modo, si se considera a la luz del sermón escatológico de Cristo. Son muchos los que indudablemente preguntaran: «Señor, ¿cuándo hemos hecho todo esto?» Y Jesús responderá: cuantas veces hicísteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40). El salvador, en afecto, imprime su imagen sobre todo acto de caridad, como sobre el lienzo de la Verónica.
PIEDAD
¡DIOS MÍO, DIOS MÍO!
AMARGURA
¡CUÁNTO SUFRIMIENTO!