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Channel: SEMANA SANTA VIVIENTE CUEVAS DEL CAMPO
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ESCENAS DE NUESTRO DRAMA DE PASIÓN

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Hoy, en este tercer año de nuestra segunda década, este pueblo andaluz y granadino hasta sus ejes, se convierte cada año -por unos días- en la auténtica Jerusalén del pasado.
LA SEMANA SANTA VIVIENTE, basada con toda fidelidad en el Evangelio de Mateo, enriquecida notablemente de una escenografía preciosísima y  plena de sentimientos humanos manando profundamente de cada uno de los personajes del Drama, fiel reflejo del mensaje de religiosidad que, en todo momento, se transmite a través de la escenografía, la musicalidad y los personajes.

MARÍA Y LAS SANTAS MUJERES EN EL GÓLGOTA CUEVEÑO

¡QUE SEA CRUCIFICADO, QUE SEA CRUCIFICADO...!

JUICIO DE PILATO EN EL PRETORIO

LA FLAGELACIÓN

Casi todo se inicia en la terraza del templo parroquial, lugar donde se celebra el juicio de Jesús ante Pilato y se le condena a morir en la cruz. Sirve como Pretorio mientras el pueblo judío, situado en la placeta de la Iglesia, metido de lleno en su papel, vocifera y exige al gobernador de Roma la condena del Nazareno en la cruz.
La Flagelación es una de las escenas más impresionantes. Oprime el corazón del espectador y puede herir su sensibilidad -como muchas de las escenas del Drama- por la crueldad de los latigazos y los gritos del pueblo judío que descaradamente se mofa del Jesús humillado. El sonido de los latigazo rompe el silencio de este momento tan impresionante y llega a desestabiliza el equilibrio emocional del espectador.
La subida al Gólgota es sin duda una verdadera Vía Dolorosa con Las Tres Caídas. Se lleva a cabo por una de las calles más emblemáticas de la localidad, La Cañá de San Isidro.
La escena brillantísima de una mujer, con unos niños, que se acerca, valiente y espontáneamente, a Jesús para darle de beber agua, en la Primera Caída, aliviando por unos instantes al Nazareno, desborda las lágrimas de los ojos del espectador mientras los soldados -a latigazos- levantan al Cristo del suelo.
 La Verónica, unos metros más arriba, sale de entre el pueblo judío dispuesta a limpiar la faz de Jesús; encuentra, al principio,  fuerte oposición en los soldados romanos, aunque finalmente consigue su propósito. Es de una belleza y sencillez impresionante, fortalecida con el Ave Verum Corpus de Mozart; pone los pelos de punta y lágrimas abundantísimas en los ojos de las miles de personas que contemplan, conmovidos, la escena de esta  Segunda Caída.
En la Tercera Caída, una mujer -con un niño ciego- se acerca a Jesús pidiendo, desesperadamente, que cure a su hijo. Los gritos del crío diciendo: ¡Madre, ya veo. Madre ya veo! Se entremezclan con las notas musicales de El Ave fortísima de la opera Carmina Burana, creando un ambiente que emociona a ateos y creyentes, mientras los espectadores ven en su entorno la ambientación de varios oficios recuperados: La Trilla, La Construcción de Adobe, el Pastor con sus ovejas…
La Crucifixión y la Resurrección se llevaron a cabo en el paraje denominado Cueva de Parejo, un impresionante rincón centenario de inimaginable belleza que catapulta el Drama hasta lo inconcebible. Las escenas van transcurriendo, una tras otra, con una calidad teatral que borda,  la perfección. La Crucifixión, de impresionante impacto, llega a mantener a los espectadores con una total atención y un silencio sepulcral, casi sin parpadear, con tal de no perderse un solo detalle de su preciosa escenografía.
La escena de María subiendo por la loma, casi arrastrándose, acompañada armoniósamente por la potente voz de Alfredo Kraus cantando la Romanza de la  Dolorosa, desmonta a un público dispuesto a seguir sufriendo aún más, con pasión, al ver llegar a la Madre del Nazareno al pie de la cruz, con los brazos en alto, intentando  acariciar, inútilmente, los pies de su Hijo, sin conseguirlo, y cayendo desmayada, poco después, a su lado.
El descendimiento y el entierro del Cristo, con el Requiem de Brahms de melodía de fondo, hacen, una vez más, que los miles de espectadores disfruten, con morbo incluido, de toda una variedad de sentimientos profundos y sinceros que manan, a raudales, por todos los rincones del Gólgota, hasta llegar a los corazones de todos, como un manantial de agua limpia, fresca  y cristalina con la indescriptible escena de La Virgen de las Angustias, María con su Hijo muerto entre los brazos y la maravillosa escenografía creada en su entorno con Las Santas Mujeres, hará inolvidable este momento tan espectacular, donde incluso, la brisa de la tarde toma partido en la escenificación, moviendo con elegancia descarada el vestuario de los actores y actrices.
La tarde se cierra, finalmente, con la Resurrección -milagro incluido- que deja atónitos a cueveños y visitantes al contemplar al Cristo resucitado y victorioso encima del calvario después de haberlo visto  enterrado, pocos segundos, antes en otro lugar, con la espectacular escena de El Espíritu Santo. (De las manos del Nazareno sale una pequeña paloma blanquísima, que inmortaliza la escena y hace a nuestros visitantes -por unos instantes- elevar la vista al cielo).
 Y la “Apoteosis Final” con más de seiscientos cueveños saludando, emocionados, desde la cueva de Parejo, ponen el broche final a la SEMANA SANTA VIVIENTE con el  DRAMA DE PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN de Cuevas del Campo.
En resumen, “…un precioso espectáculo religioso–teatral con una escenografía  espléndida  y   riquísima,   enriquecida  notablemente  con  un vestuario bellísimo, una banda sonora impresionante y unos escenarios naturales de increíble belleza, que deslumbran no sólo a los cueveños, sino también a esos miles de espectadores, que en cada nueva edición, visitan Cuevas del Campo” (MUNDO TEATRE)

PRIMERA CAÍDA

SEGUNDA CAÍDA, LA VERÓNICA

TERCERA CAÍDA

JOSÉ DE ARIMATEA SOLICITA EL CUERPO DE JESÚS

LA RESURRECCIÓN

FOTOGRAFÍAS: 
Víctor A. Martínez de la Torre

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